Ella,
una niña bien, soñadora, mágica y llena de tantas aspiraciones como lo de su
edad, llega a una ciudad extraña buscando la mejor universidad donde estudiar,
donde vivir y donde empezar a crear su propio mundo.
Una
empleada que se tarda, un corredor solitario y una pijama que parece un
uniforme lo confunde a el, generando entre gritos su primer encuentro.
Capitulo 1
"Las Primeras
Impresiones"
El
reloj marcaba las tres de la tarde, pero para el hombre que daba su décima
vuelta al rededor de ese cuarto de hotel, era una hora de retraso para aquel
servicio al cuarto que había solicitado tiempo atrás.
-
¿Es que acaso nada hoy me va a poder salir bien? – se lamentaba nuevamente al
mirar la hora en su reloj, dejando la angustia atrás y llenándose ira salió de
su habitación.
Allí
estaba ella, su cabello suelto cayendo por sus hombros, ese pijama azul cómodo
pero un poco horrible, tanto que hasta su madre al comprársela le había dicho
que era para ver si así si se animaba a ayudar en todas las labores de la casa.
Ella
miraba por la ventana del corredor del hotel, se embriagaba con la inmensidad
de aquella ciudad, se le hacia fría y un poco sucia, pero con una sonrisa
dibujada en su rostro sabia que se acostumbraría fácilmente.
-
Si claro que – de repente un grito interrumpió sus pensamientos.
-
ADEMÁS DE QUE TIENE UNA HORA DE RETRASO SE QUEDA COMO TONTA OBSERVANDO POR LA VENTANA – había estallado
por fin, así no era él, trataba a las personas sin importarle su clase social,
o su estudio o clase, pero ahora, justo ese día donde todo parecía estar al
revés el no estaba para entender razones.
-
Perdón – había dicho tímida la joven que antes miraba por la ventana, se
disculpaba por algo de lo que aun no era consciente.
-
CLARO QUE ME TIENE QUE PEDIR PERDÓN, A TAL GRADO ES LA NEGLIGENCIA DE ESTE
SEGÚN 5 ESTRELLAS DE HOTEL.
-
Perdón – había vuelto a repetir esta vez no disculpándose de algo que no había
hecho, si no al no entender que hablaba aquel tenia que admitirlo, guapo
hombre.
-
Deja de decir perdón – la agarro fuertemente por el brazo empujándola y
dirigiéndola a la puerta de la habitación de este, ella se resistió – y mejor
entra a arreglar mi habitación.
-
Es que yo – en ese momento la voz de una señora los interrumpió.
Ambos
voltearon a ver a una señora de mediana edad con su cabello recogido, y ella
si, vestida de empleada del hotel, ella en ese momento aprovecho para soltarse
de la mano fuerte que apretaba su brazo.
-
Que pena señor herrera, el ascensor esta averiado y las escaleras son
imposibles de usar, ando un poco enferma, le ruego que me disculpe realmente –
Herrera volteo a ver a la señora y luego a la joven a la que antes maltrataba
con sus gritos, esta un poco asustada pero llena de rabia también le dio la
vuelta, él se fue detrás de esta pero lo recibió la puerta de su habitación de
ella en la cara.
-
Señor.
-
¿¡Que!? – había gritado él.
-
No nada señor, lamento haberlos interrumpido, no sabia que conocía a la Srta. Puente , es un
amor esa niña, joven pero demasiado madura, ayer estuvimos hablando y es
bastante sencilla, algunas veces me sorprendo al conocer ese tipo de gente – ya
decía esto al entrar a la habitación de Herrera, este venia atrás de ella
escuchándolo un poco apenado, ¿Por qué no se calla y me deja de hacer sentir
peor? Se repetía en su cabeza – sabe? Por que según lo que sabemos todos es que
es de familia adinerada así como usted Sr. Herrera, pero es de una sencillez
increíble – repetía aun al terminar lo que tenia que hacer en la habitación, él
estaba realmente avergonzado no sabría por que sentía aquello de tener que
disculparse, pero bueno así era él, sus padres le había enseñado a bajar la
cabeza y pedir perdón cuando tenia que hacerlo, pero que lo supiera no quería
decir que le gustara hacerlo o ¿si?
Horas
después y esta vez el reloj marcando las 7 de la noche Herrera bajo al
restaurante, no muerto del hambre si n o realmente esperanzado en encontrar la
joven de aquella tarde, lo había intentado varias veces, pero sus intentos
fueron perdidos nunca su mano se choco contra la puerta.
Al
entrar allí si la vio a ella, sonriéndole a un camarero que la atendía, poco a
poco y a paso lento se acerco hacia a ellos.
-
Bueno si me traes eso y un poco de jugo de naranja.
-
¿Jugo de naranja? – le preguntaba un poco aterrado el camarero, al saber que a
este hora todos los clientes pedían una copa de vino.
-
Jajaja si, el licor y yo no nos llevamos – para mí también lo mismo por favor,
y me sirves acá – había interrumpido Herrera al camarero en su plática con
Puente.
-
¿Si? – Pregunto el camarero al confirmar que si podía aceptar la petición de
aquel hombre.
-
Si
-
No – habían respondido ambos a la vez, el camarero dio un paso atrás para poder
dejarlos hablar.
-
No o bueno si – volteo a sonreír a Herrera que la miraba con una sonrisa de
conquistador al creer que ya se la había ganado – sírvele acá y por favor a mi
me mandas mi cena a mi habitación – se levanto y miro de arriba a bajo a
Herrera, con rabia.
-
No – intento parar Herrera a Puente, esta sin ponerle atención le dio la
espalda y se dirigió al ascensor que ya funcionaba y de ahí hacia a su
habitación.
Este
no perdió oportunidad para observar el cadencioso movimiento de caderas de
ella, era guapa, claro que si, pero también altanera y grosera, algo en el le
decía síguela pero otra parte se lo impedía.
-
Señor, ¿le sirvo acá?
-
No, mi novia y yo – había mentido para poder que el camarero si hiciera lo que
el le pediría – estamos un poco peleados, pero se que si le llevo la cena se
arreglara conmigo.
-
Ok señor, en un momento le traigo las comidas para que usted mismo las suba –
Herrera solo asintió, decidido que aquella en su intento de ser mujer lo
disculpara.
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