Capitulo 2
"Así te sentirás
peor"
Minutos
después y con un carrito repleto de bandejas de comida el tomaba aire antes de decidirse a tocar la
puerta de esa habitación, algo en el le decía que esa niña le volvería tirar la
puerta en la cara, pero se tenia que arriesgar ¿no? El la había embarrado y todo
un caballero sabe admitir sus errores y arreglarlos.
-
Ayyy mamá por qué me tuviste que enseñar a ser así – se repetía por 3 vez,
intentando encontrar algún culpable de su sentimiento de culpa – ella fue muy
sensible, cualquiera otra persona hubiera entendido – suspiro, sabia que no era
verdad, que el había sido brusco y mal educado.
Un,
dos y hasta tres golpeteos dio su fuerte mano en la puerta de Puente antes de
que ella desde adentro respondiera.
-
¿Quien? – Respondió alegre, él se puso un poco nervioso y sin poder encontrar
otra respuesta.
-
Servicio al cuarto señorita – luego se sintieron algunos pasos livianos adentro
y el supo que ya lo tenia, ahora solo era cuestión de que ella lo dejara entrar
¿Qué tan difícil podría ser? ¡MUCHO!
-
¿Tú? – Había preguntado al abrir la puerta, el solo le sonrió - no sabia que ahora eras camarero – ella
coloco los brazos sobre su pecho, tratando de defenderse de cualquier agresión
por parte de el.
-
No, no es nada de eso ¿Quieres cenar conmigo? – Pregunto cordial.
-
Creo que eso quedo claro cuando me levante de la mesa señor. – Demostrando con
esa ultima palabra lo que para ella era, un viejo cansón y aburridor, al final
un simple viejo.
-
Me llamo Alfonso y tú…
-
Anahí, Anahí Puente – respondió educadamente, pese a que su mente gritaba que
el no se lo merecía.
-
Entonces, ¿Aceptas? – volvió a entregarle una de sus sonrisas de Gigoló, esta
vez no pudo negarse algo en ella se movió mas rápido que ella y cuando fue
consciente ya daba un paso hacia atrás permitiendo que el entrara a la
habitación.
El
ambiente allí estaba un poco caliente, Anny se había acabado de dar un ligero
baño al notar que la comida se demoraba un poco mas de la cuenta, esto hizo que
Alfonso un poco acalorado se quitara el saco que llevaba puesto, mientras lo
hacia Anahí fue colocando sus platos en el pequeño comedor que había en su gran
habitación y con una mirada un poco arrogante le pregunto.
-
¿Qué esperas para colocar los platos?
-
Pensé que tú lo harías, yo traje la cena – Porque quisiste – respondió Anahí
rápidamente.
-
Este bien, este bien, tienes razón y por lo que veo sigues muy enojada.
-
¿Tu que crees? – Dijo ya al estar sentada frente a el, con mas hambre de la que
se había imaginado.
El
la miro fijamente a los ojos tratando de buscar en la mirada de ella, la
respuesta exacta a esa pregunta, algo en el no la quería arruinar más, pero no
encontró nada, era seria y hermética, de repente se le hizo más mayor que
antes.
-
Perdón – Dijo en un leve susurro, ella lo miro tentada a pedir que lo repitiera
pero pudo ver en sus gestos lo mucho que se le dificultaba al admitir que se
había equivocado.
-
Bueno, no te preocupes.
-
Gracias, perdóname pero realmente pensé que por la forma en que me miraste me
obligarías a repetirlo.
-
No creas que no quise, pero como tu dices tu mirada me dijo lo difícil que es
para ti pedir perdón.
-
Que observadora – ella le guiño el ojo, dando el primer paso al quebrar el
hielo.
No
hablaron mucho mas a lo largo de los minutos, el sonido del tenedor sobre el
plato, el líquido pasando por la garganta fue la única música de fondo que
cualquier persona allí presente podía escuchar, nerviosos.
-
¿Por qué? – Se había animado a preguntar.
-
Discúlpame, pero ¿Por qué, que? – Porque me trataste así, se que no fue a mi,
pero las señoras que arreglan acá merecen respeto, ¿No crees?
-
Así que es verdad – Dijo al recordar todo el discurso que la señora de mediana
edad le había dado en la tarde acerca de su ahora acompañante de cena.
-
Es verdad, ¿Que?
-
Nada no me hagas caso, y con respecto a tu pregunta, tienes razón, lo que pasa
es que no ha sido un buen día, que digo día, no ha sido una buena semana.
-
¿Qué te paso? – Se aventuro a preguntar, el la miro dudando un momento pero sin
leerlo sus labios se movieron contándole todo lo que le había pasado.
-
Soy dueño de una constructora se llama Uckerrera – Perdóname pero ese no es el
nombre de unos Hoteles del país.
-
Y de súper mercados y de otras cosas por ahí, nosotros somos dueños de eso y
además nos encargamos de construcción, remodelación y decoración.
-
Wow – No pudo dejar de demostrar su asombro.
-
Si, yo soy el presidente junto a mi mejor amigo y en esta época tenemos
demasiado trabajo, tanto que no te podrías imaginar – el gesto de ella fue de
no entender nada, y no por que no captara lo que era trabajar duro, pues su
propio padre era dueño los mejores Hospitales del país, si no el por que
aquello le generaba tanto estrés al punto de gritarle a una persona – mucho de
mi trabajo estaba en casa y por el rompimiento de una tubería se han dañado
planos originales y contratos ya casi logrados.
-
Uy – eso no es lo peor – le había respondido Alfonso.
-
Siempre tenemos copias de esas cosas, pero el estrés la tensión que eso genera
es inmensa y me ha dejado devastado, fuera de eso he tenido que vivir en un
hotel durante una semana por que aun no han ido los decoradores a mi casa para
arreglar la pintura que el agua daño, odio los incumplidos e impuntuales.
-
Entonces fue por eso….
-
Si, fue por eso que le grite, yo pienso igual que tu, todos somos iguales y
nadie se merece un grito por solo ser un subordinado, pero odio aborrezco las
impuntualidades.
-
Te entiendo, yo también – sonrió, no fue una sonrisa tímida y seductora como
las que el estaba acostumbrado de las muchas mujeres con las que el salía, fue
una sonrisa abierta de esas sinceras que permiten mostrar algunos dientes, pero
algo, no sabe si en el brillo que tuvieron sus ojos al sonreír o en la
sinceridad de esta hizo que le gustara mas, mucho mas.
-
¿Por qué no lo haces tu?
-
Perdón – Respondió despertando del ensimismamiento que lo había llevado la
sonrisa de ella.
-
Si, vas pintas, tu debes de saber mucho de eso o no? – el asintió – entonces,
hazlo tu, puede ser divertido.
-
Es toda una habitación, la más grande me demoraría demasiado yo solo.
-
Yo te puedo ayudar. – Contesto alegre.
-
¿Tu?
-
Si yo, puede ser divertido además así te sentirías mucho peor por haberme
tratado tan mal hoy – respondió antes de soltarse en una carcajada, bullosa y
real, algo en el no pudo evitar ser conscientes del movimiento que hacia el
pecho de ella al reírse.
-
No pues gracias – el se rió también.
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